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"La soberanía debe venir del pueblo" |
(1760-1808)
Francisco Primo de Verdad y Ramos nació el 9 de
junio de 1760 en la Purísima Concepción de Ciénega de Mata, municipio
de Lagos de Moreno, Jalisco, pero que por entonces estuvo adscrita a la
jurisdicción de Aguascalientes.
Su familia, preocupada por su formación
intelectual, envió al joven Francisco a la ciudad de México para cursar sus
estudios en el Real Colegio de San Ildefonso, pues en ese
tiempo no había escuelas superiores en la ciudad de Aguascalientes o en
Santa María de los Lagos.
Desde temprana edad padeció la discriminación
de los criollos por las restricciones que se dieron en todos los aspectos
de la vida novohispana por las reformas administrativas ordenadas por el
rey de España, Carlos III.
Estas reformas restauraron la gloria de la Península como potencial
mundial, pero sus reinos americanos fueron explotados sin medida para
lograr la ambiciosa meta. De fuera venían los hombres a regular los
destinos del país: el gachupín, se decía, "viene a gobernar
unos pueblos que no conoce, a manejar unos derechos que no ha estudiado, a
imponerse en unas costumbres que no ha sabido, a tratar unas gentes que
nunca ha visto".
Con el deseo de cambiar las cosas en su propia
patria, Francisco Primo de Verdad se esfuerza en estudiar leyes y comenzó a
relacionarse con los principales personajes del Ayuntamiento de la Cd. de
México, del que llegaría a ocupar el cargo de síndico, con ánimo de cambiar
la situación de discriminación de peninsulares contra criollos.
Al saberse la invasión de España por las tropas
francesas de Napoleón Bonaparte, y el cautiverio de la familia
real, propuso con el regidor Juan Francisco Azcárate, que el virrey
convocara a todos los Ayuntamientos de la Nueva España a juntas encaminadas
a formar un gobierno provisional apoyado en el pueblo.
Argumentó Primo de Verdad que, por la falta de
monarca, la soberanía había vuelto al pueblo y apoyó la necesidad de formar
un gobierno provisional en las Leyes de Partida y propuso al virrey y a la
junta jurar a Fernando VII como rey de España y de las
Indias, y trató de convencerlos para que se comprometieran a no reconocer
monarca alguno que no fuese de la estirpe real de los Borbones, a defender
el Reino de Nueva España y no entregarlo a otra potencia ni a otra persona
que no fuera de la familia real legítima.
En un contexto conflictivo y confuso, el 15 de
Septiembre de 1808 se dio una rebelión de españoles encabezados por Gabriel
de Yermo en contra del virrey Iturrigaray, a quien
apresaron y acusaron de intentar sublevarse contra la corona española.
Iturrigaray y su familia fueron apresados, mientras los españoles rebeldes
nombraron como nuevo virrey a Pedro Garibay, un anciano que les
sirvió de parapeto perfecto.
No sólo fueron aprehendidos el virrey, su
esposa e hijos, sino también quienes habían manifestado la idea
independentista: Primo de Verdad, Francisco Azcárate, el abad de Guadalupe
José Neye de Cisneros, el canónigo José Mariano Beristáin, el licenciado
José Antonio del Cristo y fray Melchor de Talamantes, quienes fueron recluidos
en las cárceles del arzobispado en la ciudad de México.
En la mañana del 4 de octubre de 1808,
el licenciado Francisco Primo de Verdad había muerto en una de las celdas
de la prisión. Se asegura que fue asesinado por los españoles que se
hicieron cargo del gobierno colonial. Fue sepultado en el sagrario de
la basílica de Guadalupe.
Fue hasta el 2008 que el Congreso de Jalisco
declaró a Francisco Primo de Verdad y Ramos como Benemérito en grado
heroico por su labor en favor de la autonomía y la Independencia de México.
Su nombre se encuentra inscrito, en letras doradas, en la Rotonda de los
Jalisciences ilustres.
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